Soy Fjella, una canina en este mundo de humanos. Parece que estos humanos se creen la raza superior en nuestro planeta, la Tierra. Los humanos, a mi parecer, son seres bastante peculiares. Parecen no entender el equilibrio necesario en el uso de los recursos naturales. La naturaleza es nuestra Pacha Mama, algo que todos los animales comprendemos, pero parece que los humanos aún tienen mucho que aprender al respecto. Cada día, tengo que sacar a pasear a mi humana, quien piensa que no noto los coches ni escucho a los demás animales. Sin embargo, mi desarrollado olfato, oído y vista me permiten percibir mucho más que ellos. A pesar de ello, los protejo, evitando que tropiecen con la misma piedra dos veces.
Una de las ventajas que tengo es que duermo al aire libre, mientras los humanos optan por descansar en camas blandas que parecen hacerles doler la espalda. No saben lo que se pierden.
Cuando mi humana viaja sin mí, me quedo en el campo con mis hermanas, y es entonces cuando ocurre algo muy divertido. Estamos a cargo de un señor que se ha convertido en nuestro cuidador temporal. Con ocho perros sin mi duena a cuestas, ¡las travesuras nunca faltan! Juntos, exploramos, jugamos y disfrutamos de la vida al aire libre. El señor se convierte en parte de nuestra manada por un tiempo, y créeme, ¡nunca se aburre con nosotros!
¡Oh, humano mío! Cada día, cuando decides hacer yoga, me parece que estás dispuesto a realizar una extraña sesión de juegos contorsionistas. ¿Acaso intentas imitarme? No puedo evitar soltar una risa interna mientras observo tus posturas raras. Te estiras y encojes de maneras que desafían la lógica canina. ¿No sabes que para mantenerme en forma, solo necesito un buen estiramiento después de despertar y un rápido sprint al monte? Pero no te preocupes, siempre estoy dispuesta a acompañarte en tus locuras de yoga. Después de todo, reírme de tus poses torpes es un excelente ejercicio para mí.
Mi humana dice que he descendido a esta tierra con una misión especial: enseñar a los humanos el amor incondicional. Siempre ha sido un poco dramática. Lo cierto es que solo estoy aquí para recibir caricias, paseos y una buena comida. Pero si a ella le hace feliz pensar que soy un ángel peludo con una misión divina, no hay problema en seguirle la corriente. Después de todo, ¿quién podría resistirse a esta cara de perrito?
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